¿Cuando nos atreveremos a cantar juntos esa canción que nos busca?
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Lo que más me preocupa no es si ya pasó mi momento, sino que cada vez parece que hay menos momentos para todos.
Vivimos el momento de la fragmentación, dispersión desde la cual el tiempo es siempre algo privado, para vivir en pequeños grupos, con los amigos... tiempo para las pequeñas cosas, insignificantes cosas cuando se toman una a una. ¿No hay tiempo para lo colectivo?
¿Por qué no lo debatimos? ¿Por qué no lo compartimos?
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Desde siempre he percibido ese miedo que tiene mucha gente a entregarse a otro. Pero, nada que temer, la entrega nos libera de nosotros mismos. Y nadie es más libre que cuando se libera de sí mismo.
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NO PARTICIPES

Los mercaderes o frufrú a través de sus técnicos en marketing
y sus publicistas triquitraque
utilizan las máquinas tranlará ole ahí viva el salero
para controlarnos conociendo gustos
preferencias
que sí que no nuestros deseos
ole con ole morena
ay de la sol fa mi
a través de las redes sociales.

Vuelve locas a las máquinas riquitrúm  tracatrás del tereberebol con el biribiribí
pero no olvides que para hacerlo es preciso que hables su propio lenguaje.

No les hagas el juego
o aumenta la información redundante
y enlaza lo relevante u olé.


Que el ruido de la superficie enmascare los contenidos de fondo.

Indiferente a su mercado
aprende a bucear en las profundidades con el triquitrí con el triquitrá

y vuelve locas a las máquinas riquitrúm tracatrás del tereberebol con el biribiribí.
ole con ole morena
ay de la sol fa mi.

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Algunos hablan (como por ejemplo Soledad Gallego-Díaz o Víctor Lenore), desde hace un tiempo, del silencio de los artistas e intelectuales en los asuntos colectivos, de la falta de implicación y compromiso social y político de los artistas e intelectuales, en general y salvando las honrosas excepciones.
Pero no hay aquí, creo, demasiadas preguntas que hacerse.  La cosa está muy clara: los intelectuales, artistas y demás entes estelares se encuentran muy ocupados observando las señales de los tiempos y hacia donde sopla el viento, para decidir a quien apoyar con el fin de no perder sus privilegios. Al fin y al cabo hace tiempo que, rotundamente y con toda claridad, se definieron, en su mayoría,  política y moralmente, a favor de los mercados.
Permanecen en silencio porque no tienen nada que decir que no sean sus intimidades, sus nimiedades personales, sus artefactos técnicamente perfectos y vacíos, sus simulacros, sus bienintencionadas y hedónicas artes.
Ponte al día. El debate real está aquí en Internet, blogs y redes sociales. Los intelectuales y artistas no son sólo los que tienen un abultado curriculum de premios y honores comerciales/institucionales, intelectuales y artistas no son sólo los que han logrado la transmutación perfecta (usar y tirar) del arte en objeto de consumo.
Los intelectuales y artistas ya no son “los” que eran.
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El poeta de las manos olvidadas encontró sus ojos.

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Hoy me he quitado un gran peso de encima, un peso que me lastraba.
Vuelo alto como pajarito que quiere ser águila.

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Casi todos sabemos poco, excepto los presuntuosos.
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La institucionalización mata la corriente de la vida. Comisiones, consejerías, ministerios que controlan lo incontrolable; exámenes, títulos, curriculum como chips implantados bajo tu piel, policías internos; papeleos, burocracias que aturden al ser humano todavía cabal y sencillo y clavan su puñal sobre el ciudadano convirtiéndolo en cadáver, número, súbdito pasivo. Sólo el arte y sus hacedores, los artistas, parecían contrarios a la momificación del hombre y el mundo. Parecían… Miren ustedes, ahora para ser reconocido como un creador, maestro navegante sobre el río de la vida, te exigirán curriculum, cuando no título (a la manera de los nobiliarios), méritos reconocidos y premios otorgados por las autoridades competentes. Antes bastaba con saber navegar. Es tal la incultura y la ignorancia de nuestra época que ya nadie discriminará por sí mismo el valor de tus obras sino según la marca que el amo puso sobre tu piel.
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Hay poetas que llegan a su mundo y se quedan incluso mueren en él, por él
no hay más: su mundo es todo el mundo.
Mas, un poeta, cualquier poeta (por ejemplo yo)
indaga en otros mundos (por una escala (de implicados infinitos) hasta tocar lo oscuro) y vuelve (manchado) a su mundo) de luz.
Por eso, amigos, perdonad que no sea completamente claro (hay tantos mundos en mi mundo)
y este mi desaliño (que todo lo fusiona y mezcla)
y este traje ajironado de sombras que visto.
Que me perdonen la vida (si pueden) los puros, los bellos, los perfectos pido.
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